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El investigador de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard propone estrategias para fomentar el pensamiento crítico y creativo de los niños
A menudo, asegura, se aprenden hechos o procedimientos aislados sin comprender el contexto general. Y sin pensar.»Pensamos que en la actualidad no hay ningún compromiso más importante que educar a la próxima generación para este mundo tan complejo». Desde hace más de 40 años el estadounidense David Perkins (Parsons, Kansas, 1942) estudia cómo funciona la mente humana y busca estrategias «para desarrollar el pensamiento crítico y creativo de los alumnos y lograr un aprendizaje más rápido con una comprensión completa». Con ese objetivo fundó junto a Howard Garner en la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard el denominado Proyecto Cero.
Perkins, doctor en Matemáticas e Inteligencia Artificial por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), considera que los niños tienen que aprender «a enfrentarse a lo desconocido y a lo inesperado» para habituarse a manejarse en un mundo que cambia continuamente.
«Pensamos que se trata de un asunto muy importante para el trabajo de hoy en día, para las vidas que los ciudadanos van a tener. De modo que se conviertan en ciudadanos comprometidos, en trabajadores comprometidos que prosperen en lo que al fin y al cabo es un planeta muy complejo», explica a ELMUNDO.es durante una entrevista durante su visita a España. Perkins practica lo que predica. Entre pregunta y pregunta, el profesor se toma su tiempo para pensar y no duda en cerrar los ojos para reflexionar sus respuestas.
Aprender a pensar
En uno de sus libros, ‘Making Learning Whole: How Seven Principles of Teaching Can Transform Education’ (‘Hacer del aprendizaje un todo. Comó siete principios de la enseñanza pueden transformar la educación’), utiliza el béisbol para explicar los errores que siguen cometiéndose en muchas escuelas. A menudo, asegura, se aprenden hechos o procedimientos aislados sin comprender el contexto general. Y sin pensar. Como si se aprendiera a batear sin saber en qué consiste este deporte.
La Revolución Francesa es uno de sus ejemplos favoritos para mostrar cómo se puede mejorar la comprensión de los contenidos: «Normalmente se enseña como un conjunto de hechos que ocurrieron en el pasado. Pero es posible tratarla como un espejo del estado del mundo: la pobreza, el conflicto entre los intereses del estado y del pueblo… Las tensiones que hubo entonces se dan hoy en varios contextos. Tiene mucho más sentido enseñar episodios históricos mirando el estado del mundo actual», propone.
Perkins también considera una equivocación «centrarse en un enfoque nacional» de la historia: «Hoy en día ya no tiene ningún sentido. Cuando yo iba al colegio prácticamente sólo nos hablaban de EEUU y un poco de Europa. Apenas se mencionaba China, como si no existiera. Hoy se presta mucha más atención a la educación global, pero creo que necesita más atención», recuerda.
Reducir el abandono escolar
Otro error típico, según el investigador, «es enseñar cosas que no importan mucho en la vida que los alumnos probablemente van a vivir». Por ejemplo, «se dedica mucho tiempo a la raíz cuadrada, aunque casi nadie la usa excepto los especialistas de carreras técnicas, que la pueden aprender posteriormente. Los profesores de Matemáticas odian oír esto. Por el contrario, aunque no sé si es así también en España, se suele dedicar muy poco tiempo a la comprensión de la probabilidad y de las estadísticas, que se utilizan continuamente: en los periódicos, para entender las políticas del Gobierno, en las decisiones médicas, etc. Para paliarlo, en lugar de restar tiempo a los temas que menos se van a usar, se suele añadir más contenido al currículo, de modo que el programa se vuelve demasiado amplio. Y ese es otro error»
¿Y qué haría él para intentar reducir las preocupantes cifras de abandono escolar en España, prácticamente el doble la media de la UE)?: «Reformularía el currículo para que fuera más relevante para sus vidas y reformaría los procesos de aprendizaje para una comprensión completa. Los estudiantes no son estúpidos. Ellos ven que gran parte de lo que les enseñan no va a ser importante en sus vidas. Pero no quiero decir que sólo importe el conocimiento práctico, las habilidades. Hay mucho conocimiento abstracto que es muy importante para entender el mundo», aclara.
En casa
Perkins que en la educación global de un niño, la mayor influencia es de la sociedad: «Realmente creo que probablemente la mayor influencia no sea ni de los padres ni la escuela, sino una cultura mayor. Cuando ves cómo pasan los niños su jornada, te das cuenta de que están con los padres algo de tiempo, pasan más en el colegio, y el resto están con Facebook, con sus amigos, etc. Creo que los padres tienen la posición más débil de los tres», opina.
Pese a ello, se muestra muy de acuerdo con numerosas investigaciones que muestran que «la interacción entre padres e hijos es muy importante» para lograr que los niños disfruten aprendiendo. Por ello, recomienda a los padres que pasen tiempo con sus hijos, que conversen y que desarrollen actividades sobre cualquier tema de su vida y del mundo en general: «No se trata tanto de que ayuden con los deberes, sino de la vida intelectual que hay en el hogar. Converse sobre cualquier cosa. Hay que tocar todos los aspectos de la vida de los niños y del mundo en general: política, deportes, arte, y no necesariamente el de los museos, incluso arte callejero», sugiere.
Sobre el controvertido tema de los deberes, el profesor afirma que no es un experto en ese tipo de investigaciones así que opta por no decantarse: «Hay algunos estudios que muestran que los deberes en casa no son muy beneficiosos, pero no tengo una opinión sólida sobre este tema, por lo que prefiero no adoptar una posición».
La tecnología en el aula
Por lo que respecta a la incorporación de la tecnología en los métodos de enseñanza, Perkins, que durante muchos años ha estado enseñando en el programa tecnológico de la Universidad de Harvard, considera «que es una herramienta poderosa pero hay que usarla con una gran visión del aprendizaje. No es una varita mágica, como mucha gente cree».
«A menudo, los niños tienen tabletas, portátiles y ordenadores en el aula y, aunque les gusta mucho, apenas se usan porque los profesores no saben qué hacer con ellas. ¿Y por qué deberían saberlo?. Otras veces, en lugar de innovar, la tecnología se usa de una forma muy tradicional y por eso no cambia la forma de aprendizaje», explica.
«Hay muchas formas más visionarias de usar la tecnología. Por ejemplo, si quieres construir experiencias en las que los niños hagan cosas, la tecnología permite hacer cosas que antes no podías: composiciones en ‘power point’, componer música en el ordenador, formar grupos de estudiantes internacionales, simulaciones de fenómenos físicos que te permiten mostrar lo que ocurre y manipularlo, de manera que puedan explorar y desarrollar hipótesis… Yo incorporaría la tecnología en el programa, pero debe hacerse de una forma inteligente».
Para Perkins, «un buen profesor tiene una visión de lo que debe ser enseñado que es coherente con las necesidades de los alumnos. Conoce a sus estudiantes, sus capacidades e intereses, y los adapta. Construye experiencias de aprendizaje en los que los alumnos están involucrados y los motiva».
El investigador recuerda el poder del docente: «Crea una cultura, un ambiente determinado en el aula, que puede o no fomentar el pensamiento crítico y la argumentación». Asimismo, se muestra convencido «de que se puede mejorar el pensamiento crítico bastante fácilmente. Necesitas tiempo, como en cualquier tipo de aprendizaje, pero es posible». De hecho, sostiene que sus estrategias, «no son sólo para los niños, también son útiles para los adultos, por ejemplo, jefes o trabajadores de algunas organizaciones».
Fuente: El Mundo