Adiós a las asignaturas.

¿Puedes imaginar una escuela sin asignaturas? Este es nuevo método educativo que están implantando los Jesuitas en sus colegios de Barcelona.


En los colegios de los Jesuitas se acabaron los pupitres, las asignaturas, las clases magistrales y los deberes. Tampoco tienen horarios ni calificaciones. Es la nueva escuela por la que han apostado y parece que les funciona de maravilla. Este proyecto innovador se empezó a gestar en 2009 bajo el nombre ‘Horizonte 2020’. El proyecto es consecuencia del análisis de la situación educativa y la necesidad de una transformación real del proceso de enseñanza y aprendizaje.


José Menéndez, subdirector de la red de escuelas de la Compañía de Jesús en Cataluña, explica en la entrevista realizada por Pau Rodríguez para el diario.es. que «es insostenible» seguir con la actual organización del currículo, con la estructura de clasificación del alumnado, con la distribución horaria y con la indefinición de modelos pedagógicos que no presentan «una alternativa eficiente al mediocre objetivo de retener a los alumnos en clase». Se dieron cuenta de que no estaban «influyendo en el proyecto vital de los alumnos», en el reto de formarles no solo en los conocimientos, sino también en la capacidad de actuar en los retos que plantea la sociedad.


Como decía hace décadas el pedagogo John Dewey: “El conocimiento no es algo separado que se baste a sí mismo, sino que está inmerso en un proceso por el cual la vida se sostiene”.


La labor de las escuelas debe ser la formar futuros ciudadanos que sepan relacionar aprendizajes, que sepan capaces de trabajar en equipo, de innovar, de adaptarse a los cambios y comunicarse bien.


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¿Cómo se logra esto?


Si de verdad queremos un aprendizaje significativo, motivador y globalizado, las asignaturas como tal, tienen los días contados. Los proyectos son la herramienta clave para involucrar a los alumnos en su propio aprendizaje y conectar esos aprendizajes con la vida real.


Y es que los proyectos son la herramienta que permite transformar los aprendizajes de los alumnos en una actividad más motivadora, ya que se suelen trabajar en grupo y las propuestas suelen ser vinculadas al entorno del centro. Los alumnos suelen preguntarse: ¿y esto para qué me servirá a mí? Pues con los proyectos pueden dar sentido a sus aprendizajes y vincular la teoría con la práctica de forma simultánea. Los currículos de todo el mundo van hacia los proyectos, porque permiten un verdadero trabajo interdisciplinar.


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¿Pero eso funciona también en secundaria?


Institutos como el de Sils (Girona), ya han optado por facilitar el aprendizaje de sus alumnos a partir de los proyectos, un planteamiento que ofrece más ventajas educativas que las asignaturas, que les motiva y les ayuda a conectar conocimientos. Para integrar todas las disciplinas los profesores tuvieron que buscar en los currículos de cada área, aquellos conceptos imprescindibles para que luego los alumnos pudieran construir sus propios conocimientos. La directora del Sils, Arboleas, señala que en este plan de trabajo no hay libro de texto que valga, pero sí los infinitos recursos de internet.


¿Y cómo se evalúa?


Renunciar a las asignaturas, como han hecho en Sils o en las escuelas jesuitas, supone quitar peso a los exámenes, para centrar la mirada más en la evolución de cada alumno, es decir, una verdadera evaluación continua.


Los alumnos de Sils, obtienen más de la mitad de su nota en función de su trabajo en el proyecto. Se les valora su esfuerzo, que sean capaces de ayudar a los compañeros, que muestren interés, que mejoren y se superen día a día.


Josep Menéndez, director adjunto de Jesuitas Educación, dice que “Lo que reciben las familias en casa al final de trimestre es la evolución de sus hijos en competencias como la comunicación, la matemática, la ciudadana, la digital… Y luego eso nosotros lo convertimos, mediante un algoritmo, en las notas normativas, por cuestiones administrativas”.


¿Qué pasa con la atención a la diversidad?


Este planteamiento, que valora a los alumnos en función de su progreso y no de unos mínimos previamente marcados, permite además que todos los estudiantes puedan seguir una misma clase, tengan más o menos dificultades. “Aquí aprueban los que se esfuerzan”, comenta Arboleas, convencida de que así se refuerza la atención a la diversidad. Como el maestro ya no es el centro de la clase, tiene tiempo para pasear por el aula e ir analizando el trabajo los alumnos y apoyando a los que lo necesiten.


Fuente: Eldiario.es

Autor: Pau Rodríguez

@paurodra